martes, 28 de febrero de 2012

EL PASO DEL TIEMPO EN LA PIEL

¡Buenas tardes!
Comenzamos hoy con una serie de posts en los que trataremos una de las preocupaciones comunes en las mujeres -y hombres- de más de 35 años: el envejecimiento de la piel.
Es a partir de esta edad, por norma general, cuando comienzan a notarse en el rostro los efectos del paso del tiempo, unas huellas que se traducen en arrugas y líneas de expresión, así como en la aparición de manchas y pérdida de luminosidad, firmeza e hidratación.

Los principales actores protagonistas en el envejecimiento de la piel son la deshidratación, oxidación y una mayor lentitud en la renovación celular. En mundobelleza explican estas causas:
  • Una piel seca es la consecuencia de que la capacidad de retención de los agentes hidratantes se reduzca. Y no sólo de las reservas de agua sino también de otros elementos como aminoácidos o proteínas, lo que provoca una pérdida de estructura del cristal líquido, dando lugar a una piel con menos luminosidad y más apagada.  
  • En el caso de la oxidación, la desnaturalización molecular es la causa directa. Se trata de un proceso debilitador de la pared celular causado principalmente por los radicales libres, que destruyen el colágeno y la elastina haciendo que la epidermis pierda elasticidad y firmeza. De esta manera, se reduce también la capacidad de recuperación de la piel y aumentan las líneas de expresión y arrugas.
  • La ralentización de la renovación celular hace que esta actividad se debilite con el paso del tiempo; un problema que se intensifica con la edad. La renovación celular se hace cada vez más lenta y el tejido epidérmico más fino. Así disminuye el espesor del estrato corneo de la epidermis, capa exterior de la piel y su principal protección frente a agentes externos, aumentando su fragilidad. La alteración del metabolismo provoca, además, que la formación y composición celular sea irregular, dando lugar, entre otras cosas, a la aparición de manchas y cambios de pigmentación. Cuando la renovación celular se hace más lenta, disminuye la cantidad y calidad de las fibras de colágeno y elastina, produciendo una disminución en la elasticidad y firmeza y disminuyendo la capacidad de recuperación de la piel, por lo que aumentan las líneas de expresión y arrugas.
Así, por su parte, los institutos y laboratorios de belleza invierten cada vez más esfuerzo y dinero en el estudio de estos procesos fundamentales del envejecimiento de la piel, con diversas líneas de tratamientos para frenarlos. 




Pero también nosotros con nuestros hábitos de vida podemos ayudar a mitigar las consecuencias del paso del tiempo. No en vano, si bien la genética contribuye, no es ni la única ni la mayor responsable de los signos del envejecimiento reflejados en la piel, al contrario de lo que se suele pensar. Según expertos del 37 Congreso Nacional de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), su contribución es de un 25%, mientras que otros factores externos, que de alguna manera se pueden controlar, influyen en el 75% restante; entre ellos, los más importantes son el tabaco, el sol y la comida basura.

Así, unos hábitos de vida saludables junto a la utilización de los productos adecuados ayudarán a mantener una piel más joven y bella. En el post de mañana seguiremos profundizando en el tema, con la recomendación de varias líneas de tratamiento.

¡Hasta mañana!




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